domingo, 1 de abril de 2012

Una razón para llorar


Una razón para llorar

Llegamos a la temporada del año donde los primerizos lagrimean y moquean sin saber por qué. Los que saben porque lloran, lo hacen de rabia e impotencia. Porque aunque ya existan vacunas, y miles de medicamentos, es una molestia estar llevando a todos lados máscaras para cubrirnos las narices y la boca, anteojos para que el polen de sugui no entre a los ojos, gotas para los ojos, etc.

Llegó la época del kafunshou (花粉症-かふんしょう), conocido como “fiebre del heno” o “hay fever” en otros lugares.

Lo que muchos no sabemos es que esta enfermedad en Japón es “inventada” por el hombre. Según el libro “Dogs and Demos” de Alex Kerr, el kafunshou tiene sus orígenes después de la 2da Guerra Mundial. Para compensar la falta de recursos naturales, y de trabajo, el gobierno de ese entonces tuvo la idea de empezar a plantar suguis o “Criptomeria” donde fuese posible.
El árbol de criptomeria japonesa es usado intensivamente como madera y puede llegar a tener unos 4 metros de diámetro, y 70m de altura. El plan era que después de unos años, la madera de estos árboles estarían disponible para su uso, pero la tecnología avanzó, y aparecieron nuevos materiales que desplazaron el uso de la madera. Con el paso de los años, el uso de estos árboles nunca se hizo realidad porque tampoco llegaron a tener un diámetro adecuado para su uso.

Y es aquí donde esta el verdadero problema. Los árboles fueron sembrados muy cerca entre sí, el sol no llega a plenitud a todo el árbol, y el tronco solo crece en altura pero no de grosor. Al no llegar el sol a las flores, los árboles producen mucho más polen que lo normal, por instinto de supervivencia, para que su especie no se extinga. Se dice que disminuyendo sólo un 20% de los árboles, el polen disminuiría en un 80%. 

 
Y que podemos hacer? Ponernos a cortar suguis? Por ahora, lo que yo he hecho es cambiar de doctor, y he tenido un Marzo aceptable y espero un Abril mejor que el año pasado. Y si no resulta, el próximo año me aventuraré a las inyecciones, que aunque digan que puede afectar las hormonas, a estas alturas de la vida, menos pelo en el pecho y una voz más cariñosa no vendrían mal.

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