domingo, 31 de marzo de 2013

LA APUESTA



  
         Debe haber sido a fines de los 80s, cuando leí un artículo en Seleccciones de Reader´s Digest que me interesó mucho. De vez en cuando recordaba ese artículo, sobre todo en los últimos años cuando “el calentamiento global” empezó a aparecer, y el precio de las materias primas a subir.

          Hoy, gracias al Internet, pude encontrar información sobre ese artículo.

          Aquí un breve resumen:

          En 1980, un ecologista y un economista encontraron una forma inusual y poco académica de resolver sus diferencias, apostando $1,000. Apostaron sobre los precios de 5 metales en el futuro, aunque en realidad el interés iba más allá, la visión de los límites del planeta y de la humanidad. Una apuesta entre un Pesimista y un Optimista.


        Ellos lideraban 2 corrientes de intelectuales, a veces denominados “Maltusianismo” y “Cornocopianismo”, Pesimistas y Optimistas respectivamente. Ambos usan tecnología de avanzada para investigar si el mundo va mejorando o empeorando. Las discusiones nunca llegan a un acuerdo, muchas veces porque cada uno observa y analiza diferentes mitades del mundo al mismo tiempo. Los Optimistas encuentran que la productividad en la agricultura mejora. Los Pesimistas encuentran que la tierra cultivable disminuye por la erosión y el uso de insecticidas. Los Pesimistas estiman que las lluvias van a disminuir. Los Optimistas piensan que la gente va a vivir más años. Finalmente, decidieron  una manera de probar quien estaba correcto prediciendo el futuro del planeta. Acordaron que 10 años después (Octubre del 1990) iban a revisar sus previsiones.


          El Pesimista era el ecologista Paul Ehrlich, profesor de la Universidad de Stanford y autor del libro “La Bomba Poblacional” en 1968 que vendió más de 3 millones de copias.


         El Optimista era el economista Julian Simon de la Universidad de Maryland y autor de varios libros, aunque no tan popular como Ehrlich en los medios académicos.


        El economista Simon supera al Doctor  Pangloss, personaje de “Cándido”, cuento del filósofo Voltaire, quien afirma que “El Mundo de hoy es simplemente el mejor, y que mañana va a ser mejor todavía”. La razón principal de este pensamiento es que “el hombre siempre va a ser creativo” para superarse. Si la población crece, no será un problema, al final, traerá un medio ambiente más limpio, seres humanos más sanos, y abundancia de alimentos, y ese progreso es infinito, sencillamente porque los recursos del planeta no son limitados.


        El ecologista Ehrlich piensa totalmente lo contrario. Los recursos del planeta tienen que ser divididos entre una población que crece cada año en 75 millones, y para convencer a los economistas de esto, Ehrlich afirmó que las materias primas (commodities) subirán de precio debido a que habrá más demanda (la población crece) que oferta (las materias primas son limitadas).


       Y aquí empieza la apuesta. El economista retó al ecologista a escoger 5 materias primas y el tiempo que haya de pasar, para comprobar quien tenía la razón. Oficializaron la apuesta a través sus colegas en sus Universidades, y el ecologista escogió 5 metales, cromo, cobre, níquel, estaño y tungsteno; y en cantidades equivalente a $200 (en 1980) cada uno, y un lapso de 10 años para comprobar los precios. 10 años después (1990), se venderían esos 5 metales a precio de mercado, comprobando quien gana la apuesta. Si el precio del mercado de esa canasta de metales sobrepasaba los $1,000 ajustados a la inflación, ganaba el ecologista. Si no superaba los $1,000 ajustados a la inflación, ganaba el economista. 


        En 1990, los precios de los metales escogidos por el ecologista habían bajado, ganando la apuesta el economista. Entre 1980 y 1990, la población de la tierra creció en más de 800 millones; pero también se desarrollaron nuevos materiales, se perforaron nuevas minas, y el uso de computadoras, abarató los costos de procesamiento. El economista volvió a retar al ecologista, esta vez por $20,000, apuesta que no fue aceptada.


        El economista/optimista afirmaba “Apenas los pesimistas predicen un desastre, este nunca ocurre, y vuelven a predecir otro. No hay que preocuparse de nuevos problemas, necesitamos problemas para proponer soluciones y estar mejor que antes. Los pesimistas nunca aceptan que estamos mejor que antes, y no entiendo porque siempre piensan que estamos al final del abismo. Ellos niegan el poder de nuestra creatividad.”


       Sin embargo, eso solo fue entre 1980 y 1990. Todos sabemos que el precio de las materias primas se han disparado, especialmente en los últimos 5 años. Los datos a la fecha demuestran que si la apuesta se hubiera vuelto a hacer, el economista hubiera perdido varias veces.

       Lo que quiero resaltar sobre este relato, no es la suerte del economista, ni la mala suerte del ecologista; la lección que nos da esta historia es simplemente es que “la vida da vueltas” y que “nada es eterno”; todo el mundo lo sabe, pero también, todos nos olvidamos de eso en algún momento.

      La historia también ha cambiado para “Selecciones” donde leí el relato por primera vez. Recuerdo haber leído varias ediciones de “Selecciones” de los años 40 en la granja de mis abuelos. En ese entonces, los enemigos del mundo eran los Japoneses, 30 años después escribirían maravillas. Hace 4 años, la revista se declaró en quiebra por primera vez, y en Febrero de este año por segunda vez. El número de lectores ha caído drásticamente, la aparición del internet, está afectando a todos los medios de comunicación impresos.

      ¿Y qué pasará con las materias primas? La historia nos enseña que si bien están subiendo de precio, en algún momento tiene que parar de subir, para luego, en algunos casos empezar a bajar (Ver la entrada "¿Que está pasando en el Perú?").

       Y Uds. Amigos lectores, ¿están de lados de los Optimistas o de los Pesimistas? Creo que es bien difícil estar a un solo lado, por eso el título de este blog. Recuerden que cuando todos se paran en un solo lado del bote, el bote se ladea y puede hundirse. Algunos, tenemos que ir al lado contrario de la mayoría para mantener el equilibrio.

      Muchas gracias por tomarse la molestia de leernos.

RR