Estamos escuchando últimamente muchas
noticias de problemas limítrofes entre Japón y sus países vecinos, China y
Corea. Estos incidentes me hacen recordar un viaje que hice a China en el año
2,007.
Corría el mes de octubre de 2,007. Había
sido enviado por trabajo a China, a la ciudad de Shenzhen; zona industrial conocida por la
concentración de fábricas de origen extranjero. Esta ciudad está al lado de
Hong Kong, y la mayoría de la producción de Shenzhen es exportada a través de
los puertos de este.
Esta vez, tenía que supervisar las pruebas de fábrica de unos equipos que la
compañía para quien trabajaba había adquirido recientemente. La fábrica era de
una empresa norteamericana, quienes producían en China para exportar hacia
otros países de la región. Estábamos en el pico de la burbuja inmobiliaria
americana, y nadie se imaginaba en ese entonces que una compañía de la
envergadura de Lehman Brothers podía ir a la bancarrota, todas las empresas invertían
a diestra y siniestra, mientras reinaba la paz en la región.
Estuve esperando en el lobby del hotel a
que me recogieran representantes de la fábrica, cuando veo aparecer a un joven
de unos 23 años, con la apariencia de haberse recién graduado de la universidad
(al que llamaré “el pata”), con un cartel en la mano y mi nombre escrito en el.
Me acerco hacia él, y le digo en inglés que yo soy la persona que busca:
- Good morning. I´m the person you are looking
for (Buenos días. Yo soy la persona que está buscando)
- Really? You look like Japanese and this name
is not Japanese (De verdad? Tu
pareces japonés, y este nombre no es japonés) – señalando mi nombre en el
cartel que llevaba.
- Yes, my name is not Japanese but I´m
Japanese (Sí, mi nombre no es japonés, pero yo sí soy japonés).
- I really hate the Japaneses. Let´s go to the
factory then (Yo odio a los japoneses. Vamos a la fábrica).
Me quedé sorprendido. No estaba seguro
si había escuchado bien, o si, mi inglés estaba fallando. Lo vi salir del lobby
del hotel, y esperar en la zona donde se detienen los autos para dejar o subir
pasajeros. No me quedó otro alternativa que seguirlo e ir con él a la fábrica.
Subimos al auto, el pata se sentó en el asiento del copiloto, y yo me senté en
el asiento posterior. Me explicó brevemente el programa del día, a qué hora
empezaban las pruebas, etc. Luego continuó con la conversación previa:
- ¿Sabes por qué odio a los japoneses?
- No. ¿Por qué?
- ¿Tú no sabes lo que Uds. nos hicieron en
la guerra?
- No. Yo no te hice nada porque eso pasó
hace más de 60 años, y no creo que mi abuelo te haya hecho algo porque él no
fue a la guerra. ¿Y tú como sabes que hicieron los japoneses hace 60 años
atrás?
- Porque lo he visto en documentales sobre
la guerra en la televisión, mataron, violaron…
Vi en sus ojos una expresión de cólera;
pensé en saltar del auto en ese momento pero el auto corría a más de 120Km/h
por la autopista; si sobrevivía al salto, el auto que venía por detrás me
chancaría, así que desistí de ser Tom Cruise al estilo Misión Imposible. Bueno,
si se trataba de pelear, me sentía mucho mejor preparado que él. Entonces,
decidí seguir la conversación.
-
¿En la televisión?
-
Si, casi todos los días pasan esos
documentales.
-
¿Y tú crees todo lo que ves en la
televisión?
-
Claro.
-
Bueno, yo no creo todo lo que veo. En la
televisión, yo veo que en los parques de China se reúnen los ancianos a
practicar Tai-chi…
-
Sí, eso es verdad.
-
Y cuando uno de esos ancianos te tocan,
sales volando….
-
(cambiando radicalmente su expresión)
Jajaja, eso es mentira
-
Ah…pero eso es lo que yo veo en la
televisión
-
¿De verdad?
-
Por supuesto. Yo te iba a preguntar
donde se puede ver eso, pero si es mentira…
-
Jajaja, ni que los Chinos fuéramos como Superman.
A los pocos minutos llegamos a la
fábrica. Al menos, había sobrevivido los primeros 40 minutos con el pata. Con
sólo pensar que estaría cerca mío todo el día, me daban ganas de regresar al
aeropuerto y tomar el primer avión de regreso. El pata desapareció durante el
día, y pensé que iba a tener la suerte de no verlo más. Al terminar el día, firmamos
todos los documentos de conformidad de las pruebas, el producto había pasado
todos los requerimientos. Nos despedimos de los encargados, y me llevaron hasta
la puerta para abordar el auto que me había traído. Sorpresa, allí estaba el
pata, en el asiento del copiloto.
El pata me dice que su empresa lleva a
sus invitados a cenar, y que aunque él no quiera, me va a llevar:
- Bueno, mi empresa te invita a comer, no
yo. ¿Que comida prefieres?
- Gracias por tu
amabilidad (ya estaba aprendiendo a ser diplomático), me gustaría probar algo
de comida local.
- Bueno,
te voy a llevar a un buen restaurant.
-
Comimos, tomamos, y conversamos sobre
bastantes temas, pero yo tenía que sacarme el clavo. El pata ya estaba medio
tomado cuando le pregunté:
- Se
nota que quieres a tu país, ¿que haces trabajando para una empresa extranjera?
- Lo
que pasa es que mi sueño era trabajar para el Gobierno, en un ministerio, u
otra entidad pública.
- Todavía eres
joven, así que no pierdas las esperanzas.
- Jajaja, para
entrar a trabajar en el Gobierno, tienes que tener “vara”, un padrino, alguien
que te presente, y ya está.
- ¿Y no conoces a
nadie?
- Por supuesto que
no. Si no, no estuviera aquí contigo.
- Mmhhh...
que pena... tu propio Gobierno destruyó tu sueño...
-
Cuando el pata escuchó eso, se quedó
inmóvil clavando los
ojos en
el piso. No se cuanto tiempo pasó, tal vez más de un minuto. En ese lapso,
imaginé lo peor, pensé que iba a agarrarme a golpes, o que iba a sacar un
cuchillo para matarme – ya me estaba preparando mentalmente, por primera vez
podría hacer uso de mis conocimientos de artes marciales. Levantó la cabeza y
me dijo sonriendo:
- Me está empezando a gustar los japoneses.
-
Si el pata supiera que yo no soy 100%
japonés ni 100% extranjero, y que estoy con Dios y con el Diablo. El pata fue
sólo uno de los 5 o 6 chinos con los que tuve contacto en ese viaje; me imagino
que deben de haber muchos más como él, idiotizados con la televisión y los
otros medios de comunicación controlados. Como me decían de chico: "Hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos".
Muchas gracias por tomarse la molestia
de leerme.
RR
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